"Las cosas que han estado una vez en contacto entre sí, siguen influyéndose mutuamente de lejos tras haberse cortado el contacto físico".
Este es el principio de la magia simpática, según James Frazer, autor del amplio volumen sobre la magia y los ritos de sucesión paganos: "La Rama Dorada".
Además de ser una posible explicación de fenómenos como el voodoo, donde se utiliza un objeto-puente que haya tenido contacto con el sujeto que se busca afectar (Sheldrake lo relaciona con la sensibilidad que se tiene de miembros fantasmas en aquellas personas que han sufrido una amputación), es posiblemente, también, la causa del enamoramiento físico que se manifiesta como una necesidad corporal de presencia del sujeto con el cual se tiene el vínculo, así como, en casos de suma sensibilidad, en una correspondencia sensorial o acción a distancia sensitiva donde los sujetos pueden experimentar el dolor u otra afección que acoge al individuo con el cual se tiene la conexión. Esto es, ocurre una suerte de extensión mental que incluye mutuamente el ámbito de la percepción de las personas enlazadas, donde se podría aventurar que ésta mente extendida produce serotónin y deja de producirla (y más tarde oxitócina) en una tercera mente que unifica los dos sistemas nerviosos. Este entrelazamiento incluiría en esencia cualquier tipo de relación pero se acentuaría en aquellas donde exista un profundo y frecuente contacto físico, tal que los campos electromagnéticos, mórficos y nucleares de las personas puedan entrar en un contacto que se traduzca en un tipo de mezcla e intercambio, cuya intensidad, frecuencia e incluso voluntad, marcaría el alcance de la conexión fraguada.
Más allá de la oscilación taimada entre la ficción literaria y la antroplogía, Castaneda, en un destello de poesía cuántica nos habla de como los cuerpos humanos estan atravesados por una serie de filamento de luz, los cuales sirven como órganos pereceptores de la infinidad de influjos que irradia el universo. Y de como esos filamentos estan en movimiento y de como hay dirigirlos y ordenarlos para tener una percepción más amplia. Y nos dice, categoricámente que los filamentos de luz pueden ser heridos y manipulados, y que la herida más profunda o unión más duradera que les ocurre es cuando estos se ven entremezclados con los filamentos de luz de otro cuerpo humano, el momento de mayor interflujo energético, tan cercano a la vida y a la muerte en su esencia. Es justamente a través del sexo que reconfiguramos nuestra energía. Como llamaba Freud al orgasmo, "la petit mort" es, en su otra cara: renacimiento.
Una posible acepción científica estaría en el teorema de Bell de la no-localidad:
"Dos partículas que han interactuado entre sí permanecen vinculadas de algún modo, y constituyen partes de un mismo sistema invisible... Podemos concebir el universo como una vasta red de partículas interactuantes, donde cada vinculación enlazaría las partículas participantes haciendo de ellas un solo sistema cuántico..."
De esta forma, como los experimentos de Alain Aspect confirman, podemos obtener información de una partícula que se encuentre en cualquier punto del universo con sólo acceder a otra partícula con la cual haya interactuado. Si somo rigurosos y además nos permitimos un vuelo figurativo podríamos argumentar que, ya que en un principio la existencia del universo estaba condensada a un solo átomo el cual se expande (se multiplica) dando origen al espacio-tiempo, entonces todas las partículas del universo han estado de una u otra forma en contacto, lo cual significaría que en cualquier partícula, de las gogoplex que existen, yace la información de la totalidad de las demás partículas. Información en un principio dada en el movimiento angular del espín de una partícula, pero que puede trascender su momentum de carga para revelar una infinidad memética en el registro indivisible de la participación cósmica. Todo lo cual nos da como resultado un universo holográfico, en el que tanto las personas como las partículas que las forman están indisociablemente conectadas, y en el cual se ven afectadas por sucesos a distancia instantáneamente (que además quedan grabados ubicuamente); unidos por la luz que supera su propia velocidad.
